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Las andanzas de Lu*

Un juego nada más...

Un juego nada más...

Desde siempre he sentido fascinación por las historias que rompen y desgranan paradigmas, me gusta perderme en las páginas donde lo más sublime puede trivializarse, fracturando las mitologías, haciendo mortal lo divino.

Goethe, a sus 80 años intenta ser seducido por una pequeña impertinente llamada Bettina (hija, según Kundera, de Beatriz el más grande amor del poeta). Bettina juguetea, acecha, ilumina y hasta ridiculiza al autor que, incómodo y sorprendido, tristemente comprueba que esta jovencita no lo persigue a él, si no a su fama inmortal.

Desde la primera página de esta novela, Kundera ocupa un lugar privilegiado dentro de “mis elegidos”, pues con agudeza casi proverbial remueve todas las capas de la cebolla… Si, de la cebolla… ubicándonos en el centro mismo del existencialismo culposo, de la vorágine de un siglo XX, que nos dejó por herencia el absurdo concepto de la imagen de nosotros mismos y de la más abominable creación del occidente: el hommo sentimentalis.

Qué ridículos resultan nuestros pueriles y desgastados afanes por trascender. Qué cómicas las contradicciones de dos mujeres enfrentadas por la desgracia de llamarse hermanas, qué divertido resulta el limbo cuando se convierte en escenario de dos grandes actores: Goethe y Hemingway. Qué simples y llanas resultan la vida y la muerte, cuando logramos mirarlas, finalmente, a través de aquellos ojos: Los de la Inmortalidad.

Erween*

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